La importancia de hacer investigación fundamental

Si se le hubiese preguntado a la bioquímica húngara Katalin Kariko hace unos años cuándo creía que podrían resultar útiles sus tratamientos y vacunas basadas en la molécula del ARN (ácido ribonucleico) que venía investigando desde la década de los 90 del siglo pasado, lo más probable es que hubiera dicho que dentro de un tiempo, o quizá nunca. Afortunadamente, y gracias a su empeño incansable ‒pese al cúmulo de rechazos cosechado durante varias décadas‒ su idea permitió a las empresas Moderna y BioTech desarrollar en tiempo récord la vacuna de ARN mensajero contra el coronavirus.

Y a pesar de que haya gente que piense lo contrario, lo cierto es que la vacuna contra la COVID-19, ni ha caído del cielo, ni ha sido creada mediante un programa de ciencia exprés, ni ha surgido de una mente portentosa y privilegiada, sin más ni más. Su preámbulo (más de 30 años de arduas investigaciones) ha traído consigo el ‘arma’ de curación masiva más eficaz en la lucha contra una de las peores pandemias de la humanidad. Un logro sin precedentes en el que ha sido clave la investigación básica, o la ciencia básica o, como prefiere llamarla Teresa Giráldez Fernández (Madrid, 1973), la investigación fundamental.

Porque eso es lo que hace esta profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud (Sección de Medicina) e investigadora del Instituto de Tecnologías Biomédicas de la Universidad de La Laguna, formada en Biofísica, Fisiología y Neurociencia, y una reconocidísima especialista en los denominados canales iónicos, los sistemas que usan la células para comunicarse entre sí. Una serie de proteínas presentes en las membranas de las células y esenciales en el funcionamiento de nuestros músculos, corazón y cerebro.

La suya es investigación fundamental “muy enfocada” al estudio de estas proteínas, y en concreto al canal BK, un canal iónico encargado de dejar pasar a los iones entre las neuronas, propiciando así la actividad bioeléctrica en sus membranas. Ese movimiento que producen los iones, ya sean de potasio, de calcio, de cloro o de sodio, origina corrientes eléctricas y cambios en las propiedades de las células. Porque en nuestro organismo hay corrientes eléctricas similares a las que utilizamos en casa para enchufar todo tipo de aparatos y electrodomésticos, solo que las que se producen en nuestro cuerpo son enormemente pequeñas en comparación con las otras. 

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